terça-feira, 15 de julho de 2008

A bofetada cinzenta-de Miguel Angel Santos Guerra



Nesta època de Verão em que só apetece férias..praia...descanso e diversão..dei por mim e por circunstâncias pessoais a pensar num artigo de opinião brilhante (como tudo o que escreve Miguel Angel Guerra professor catedrático da universidade de Málaga)..sobre os nossos velhos..desculpar-me-ão os meus leitores portugueses mas apesar do meu castelhano ser bom não ousei traduzir este texto.

".....Verano. Calor y diversión para muchas personas. Para otras, abandono y soledad. Lo saben bien algunos ancianos y ancianas que viven en estas fechas la asfixia de la temperatura y, sobre todo, la asfixia de la soledad. Como resultan un estorbo para algunos planes, sus familiares los dejan en cualquier residencia o, más sencillamente, los dejan solos en la casa.
Susanna Tamaro ha escrito recientemente una novela corta titulada ‘Luisito’. Luisito es el nombre de un papagayo que recoge una anciana solitaria (maestra jubilada, viuda y madre de dos hijos) de entre un montón de basura. El papagayo le brinda la compañía que le niegan los hijos y las personas que la rodean. A su lado recupera las ilusiones y el entusiasmo por vivir. La crueldad de algunas personas pretende privarla también de esta salvífica compañía. Se trata de una fábula compuesta, según las palabras de la autora, “en contra de un mundo inhumano que desprecia a los ancianos”...."
"....He aquí la servidumbre, la desolada realidad. Muchos ancianos se encuentran solos. Muchos se extravían por los senderos de la vida. Porque los han ido aislando. Porque los abandonaron precisamente aquellos a quienes amaron. La soledad es la peor condena de la vejez. A los ancianos se les niega hasta el derecho a la sexualidad. No parece razonable que se enamoren dos personas de avanzada edad y cuando un anciano muestra interés por el sexo opuesto se le califica despectivamente de “viejo verde”… Resulta una broma mordaz aquel reclamo publicitario: “Joven ecologista busca viejo verde”.
¿Por qué no compartir con los ancianos el tiempo, el recuerdo, las emociones de modo que juntos ahuyentemos el miedo a la muerte y a la soledad? Esa sería, a mi juicio, una señal de madurez de nuestra cultura y de nuestra sociedad. No una bobalicona compasión. Esa actitud que clasifica las edades del ser humano en juventud, madurez y ¡qué bien te veo! Nuevamente habrá que recurrir al optimismo. A fin de cuentas, como dice Maurice Chevalier, envejecer no es tan malo cuando se piensa en la alternativa. ¿Y los miles de cosas apasionantes que todavía se pueden hacer (no digo sólo contar)?..."

"...Ernesto Sábato, que sabe mucho de dolores y de ingratitudes, dice en su libro “La resistencia”: “Me avergüenza pensar en los viejos que están solos, arrumbados rumiando el triste inventario de lo perdido”. Creo que la altura moral de una sociedad se mide por el trato que brinda a los ancianos.

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